El adorable Kardama Muni practicó penitencias a orillas del río Sarasvati durante diez mil años. Adorando en trance yóguico a Sri Vishnu, la Personalidad de Dios, quien otorga rápidamente toda bendición a aquellos que
recurren a Él en busca de protección, el sabio Kardama logró Su favor.
La Suprema Personalidad de Dios de ojos de loto, complacido, Se manifestó ante Kardama Muni y le reveló Su forma trascendental, eterna, refulgente como el sol. Llevaba un collar de lotos blancos y de nenúfares. El señor iba vestido de inmaculadas sedas amarillas, y las oscuras ondas de Su sedoso cabello embellecían Su rostro de loto. Iba adornado con una corona y pendientes. Con tres de Sus manos sostenía la caracola, el disco y la maza que le caracterizan, y en la cuarta tenía un nenúfar blanco. Miró a Su alrededor con la actitud feliz y sonriente que cautiva el corazón de todos los devotos. En su pecho había una marca dorada, y la famosa gema
Kaustubha pendía de Su cuello.
Muy satisfecho, Kardama Muni cayó al suelo postrándose al los pies de loto del Señor. Su corazón, por naturaleza, estaba lleno de amor por Dios; juntando sus manos satisfizo al Señor con oraciones
”Tus pies de loto son la segura nave que nos permite atravesar el océano de la vida material. Sólo aquellos a quienes el hechizo de la energía ilusoria les ha arrebatado la inteligencia adorarán esos pies con vistas a obtener los placeres de los sentidos, que son triviales y momentáneos, y que están al alcance incluso de las personas que se están pudriendo en el infierno. Sin embargo, ¡oh, mi Señor!, Tú eres tan misericordioso que incluso a ellos les otorgas Tu misericordia. Por esa razón, deseando casarme con una muchacha de carácter parecido al mío que pueda ser una verdadera vaca de la abundancia en mi vida matrimonial, también yo, para satisfacer mis deseos de disfrute, he buscado el refugio de Tus pies de loto, que son la fuente de todo, pues Tú eres como un árbol de deseos”.
El Señor Vishnu, quien irradiaba un hermoso resplandor, contestó con palabras tan dulces como el néctar. Sus cejas se movieron muy graciosamente cuando miró al sabio son una sonrisa llena de afecto. El Señor Supremo dijo: ”Habiendo conocido de antemano lo que estaba en tu mente, te he preparado ya aquello por lo que Me has adorado tan bien con la disciplina de tu mente y tus sentidos: pasado mañana, el famoso emperador Manu, que es experto en actividades religiosas, vendrá aquí con la reina Satarupa. Ellos tienen una hija ya adulta de ojos negros. Está en edad de casarse, y tiene buen carácter y todas las buenas cualidades. Ella también está buscando un buen esposo. Mi querido señor, sus padres vendrán a verte solamente para entregártela por esposa pues eres exactamente el adecuado para ella. Esa princesa, ¡oh santo sabio!, será exactamente el ideal que tuviste en tu corazón durante todos estos largos años. Pronto será tuya, y te servirá a tu entera satisfacción. Tú sembrarás en ella tu semilla, y ella traerá al mundo nueve hijas. Con el corazón limpio por haber cumplido Mi orden correctamente, cediéndome los frutos de todos tus actos, finalmente me alcanzarás. Mostrándote compasivo con todos los seres vivos, alcanzarás la autorrealización. Garantizando a todos su seguridad, percibirás en Mí todos los universos y tu propio ser, y a Mi mismo en Ti. ¡Oh, gran sabio!, además de tus nueve hijas, Yo también me manifestaré desde el vientre de tu esposa, Devahuti, en la forma de una encarnación. Instruiré a Devahuti en el sistema de filosofía espiritual”.
Después de hablar así a Kardama Muni, el Señor, que solamente Se revela cuando los sentidos son conscientes de Krishna, Se marchó de aquel lago, el Bindu-sarovara, en torno al cual fluía el río Sarasvati. El santo lago era un lugar frecuentado por multitudes de sabios eminentes. Sus santas aguas no solamente eran auspiciosas, sino tan dulces como el néctar. Se le dio el nombre de Bindusarovara porque allí habían caído lágrimas de los ojos del Señor, debido a los intensos sentimientos de compasión hacia el sabio que había buscado Su protección. Las riberas del lago eran un vergel de plantas trepadoras y árboles piadosos, ricos en frutas y flores de todas las estaciones, que brindaban refugio a las aves y animales piadosos, que emitían diversos chillidos. La belleza de los bosquecillos de árboles silvestres adornaba el lago. En el paraje resonaban las notas de pájaros rebosantes de júbilo. Las abejas vagaban embriagadas, y los pavos reales, ebrios, danzaban llenos de orgullo. Cucos alborozados se llamaban unos a otros.
Árboles floridos y con frutos adornaban el lago. Llenaban el aire las agradables notas de los patos, los cisnes, águilas pescadoras, pájaros acuáticos y grullas.
Entonces entró con su hija en aquel lugar tan sagrado, y acercándose al sabio, el emperador Manu. Lo vio al sabio sentado en su ermita: su cuerpo era muy brillante; aunque estaba ocupado desde hacía mucho tiempo en austeras penitencias, no estaba demacrado, pues el Señor había vuelto hacia Él Su afectuosa mirada, y además había escuchado el néctar que fluye de las palabras del Señor, semejantes a la Luna. El sabio era alto, de ojos grandes como los pétalos del loto, y tenía los cabellos enredados sobre la cabeza. Se vestía con harapos. Manu se acercó y vio que estaba un tanto sucio, como una gema sin pulir. Entonces dijo:
“Oh, gran sabio, el afecto que siento por mi hija perturba mi mente. Ella está buscando un esposo adecuado para ella en cuanto a edad, carácter y buenas cualidades. Desde que escuchó al sabio Narada hablar de tu noble carácter, tu erudición, tu hermoso aspecto, tu juventud y tus otras virtudes, ella fijó la mente en ti. ¡Oh, sabio! He escuchado que tienes intenciones de casarte. Yo te ofrezco su mano; acéptala, por favor, ya que no has hecho voto de celibato perpetuo”.
El gran sabio respondió: “ciertamente, tengo el deseo de casarme, y tu hija no se ha casado todavía, ni ha dado a nadie su palabra. Por lo tanto, podemos celebrar nuestro matrimonio. ¿Quién no aceptaría la mano de tu hija? Ella es tan hermosa que tan solo con el brillo de su cuerpo supera la belleza de sus adornos. Aceptaré como esposa a esta casta joven, con una condición: luego de darle un hijo que sea tal como un rayo de la Suprema Personalidad de Dios, yo emprenderé la vida de renuncia al hogar, y volveré al bosque, libre de todo tipo de competencia y envidia, para consagrarme por completo al servicio del Señor y así esperar a mi muerte.”
El sabio Kardama dijo solamente esto, y luego guardó silencio, pensando en su adorable Señor Vishnu, en cuyo ombligo hay un loto. Su rostro, que sonreía en silencio, cautivó la mente de Devahuti, que comenzó a meditar en el gran sabio. Ni la decisión de la reina ni la de Devahuti dejaban lugar a dudas. Después de preguntarle a ellas, el emperador, lleno de alegría, entregó su hija al sabio, cuyas innumerables virtudes eran iguales a las de ella.
Tras la partida de sus padres, la casta Devahuti, que podía entender los deseos de su esposo, le sirvió constantemente con gran amor, con intimidad y gran respeto, con control de los sentidos, con amor y con palabras dulces. Trabajando con sensatez y esmero, complació a su muy poderoso esposo, abandonando todo rastro de lujuria, envidia, codicia, actividades pecaminosas y vanidad.
La hija de Manu, que estaba completamente consagrada a su esposo, consideraba que él era incluso más que la providencia, y esperaba de él grandes bendiciones. Tras mucho tiempo de estar sirviéndole, estaba débil y muy desmejorada, a causa de sus disciplinas religiosas. Viendo su estado, Kardama, el principal de los sabios celestiales, le habló, abrumado por la compasión, con una voz entrecortada por el gran amor que sentía:
“Oh, Devahuti, estoy muy complacido contigo por tu gran devoción y por tu muy excelente servicio amoroso. A las entidades vivientes que habitan en un cuerpo, éste les es muy querido, y por ello estoy atónito de que tú hayas descuidado tu propio cuerpo para usarlo en beneficio mío. He obtenido las bendiciones del Señor en el desempeño de mi vida religiosa de austeridad, meditación y conciencia de Krishna. Aunque tú todavía no has experimentado esos logros, que están libres de temor y de lamentación, te los ofreceré todos, pues estás ocupada en mi servicio con amor. Ahora, sin más, contémplalos. Te estoy dando la visión trascendental para que veas qué maravillosos son. Aparte de la gracia del Señor, ¿de qué sirven otros disfrutes? Un simple movimiento de las cejas del Señor Vishnu, la Suprema Personalidad de Dios, puede reducir a la nada todos los logros materiales. Puedes disfrutar de estos dones trascendentales, que rara vez obtienen las personas orgullosas de su aristocracia y de sus posesiones materiales”.
Después de oír las palabras de su esposo, la inocente Devahuti estaba muy satisfecha. Con su sonriente rostro iluminado por una mirada levemente tímida, habló con la voz ahogada por su gran humildad y amor:
“Mi querido esposo, yo se que tu has alcanzado la perfección y eres el amo de todos los infalibles poderes místicos, pues estás bajo la protección de la naturaleza espiritual. Pero en cierta ocasión hiciste
una promesa que se debe cumplir ahora por medio de la unión de nuestros cuerpos, pues para una mujer casta que tiene un esposo glorioso, los hijos son una gran cualidad. Mi querido señor, la excitación que siento por ti me agita. Por eso, ten la bondad de disponer lo que las Escrituras estimen necesario para que mi cuerpo, flaco y desmejorado por la pasión sin satisfacer, se vuelva apto para ti. Por favor, mi señor, piensa también en una casa que sirva para este propósito”.
Buscando complacer a su querida esposa, el sabio Kardama hizo uso de su poder yóguico y produjo inmediatamente un palacio aéreo que podía viajar obedeciendo su voluntad.
Era una estructura maravillosa, decorada con toda clase de joyas, adornada con pilares de piedras preciosas, y que podía proporcionar cualquier cosa que se deseara. Estaba equipada con muebles y riquezas de toda
índole. El castillo estaba completamente equipado y era agradable en todas las estaciones. A todo su alrededor estaba decorado con banderas y festones y obras de arte de variado color. Estaba embellecido además con guirnaldas de encantadoras flores que atraían a las abejas de dulce zumbido y con tapices de lino, seda y otros diversos tejidos. El palacio tenía un aspecto encantador, con camas, sofás, abanicos y asientos,
todo ello dispuesto por separado en siete pisos. Su hermosura la realzaban los artísticos grabados que adornaban las paredes en algunos lugares.
El piso era de esmeralda, con estrados de coral. El palacio era muy hermoso, con sus umbrales de coral en las entradas y sus puertas adornadas con diamantes. Pináculos de oro coronaban sus cúpulas de zafiro. Con los rubíes más selectos engastados en sus muros de diamante, parecía como si tuviese ojos.
Estaba amueblado con maravillosos doseles y con puertas de oro enormemente valiosas. En aquel palacio había multitudes de palomas y de cisnes vivos por todas partes, además de cisnes y palomas artificiales, tan bien imitados que los cisnes verdaderos se le subían encima una y otra vez, creyendo que eran aves con
vida como ellos mismos. De este modo, el palacio vibraba con los sonidos de esas aves. El castillo tenía parque de recreo, salones de reposo, dormitorios y patios interiores y exteriores diseñados para procurar comodidad. El propio sabio quedó atónito ante todo eso.
Cuando vio que que Devahuti miraba el gigantesco y opulento palacio con el corazón descontento, Kardama Muni pudo entender sus sentimientos, porque podía estudiar el corazón de cualquier persona. Entonces se
dirigió personalmente a su esposa de la siguiente manera: “Mi querida Devahuti, pareces muy asustada. Primero báñate en el lago Bindu-sarovara, que fue creado por el Señor Vishnu y puede conceder al ser humano todos sus deseos, y después súbete a este avión”.
Devahuti, la de ojos de loto, aceptó la orden de su esposo. Por su vestido sucio y los mechones de cabello enmarañado en su cabeza, no tenía un aspecto muy atractivo. Tenía el cuerpo cubierto con una espesa capa de suciedad, y los pechos descoloridos. No obstante, se sumergió en el lago, que contenía las aguas sagradas del Sarasvati. En una casa dentro del lago vio a mil muchachas, todas en la flor de la juventud, y fragantes como lotos.
Al verla, las doncellas se levantaron inmediatamente y le dijeron con las manos juntas: “somos tus sirvientas. Dinos qué podemos hacer por ti”. Las muchachas, tratando a Devahuti con gran respeto, la llevaron con ellas, y después de bañarla con aceites y bálsamos preciosos, le dieron un nuevo vestido, fino e inmaculado, para que cubriese su cuerpo. Después la adornaron con joyas muy excelentes y valiosas, de brillo resplandeciente. A continuación le ofrecieron alimentos, que contenían todas las buenas cualidades, y una bebida dulce y
medicinalmente embriagadora. Luego contempló su propia imagen en un espejo: en su cuerpo no había el menor rastro de suciedad, y estaba adornada con un collar de flores. Vestida con ropas completamente limpias y adornada con auspiciosas marcas de arcilla tilaka, las doncellas le servían con gran respeto. La bañaron completamente de cuerpo entero, incluyendo la cabeza, y le pusieron adornos por todas partes. Llevaba un collar especial con un medallón. Tenía pulseras en las manos y ajorcas de oro que tintineaban en sus tobillos. En las caderas llevaba un cinturón de oro, engarzado con numerosas joyas; iba adornada, además, con un precioso collar de perlas y con sustancias auspiciosas. Su cara brillaba: los dientes eran hermosos, y las cejas, fascinantes. Los ojos, realzados por la delicadeza con que estaban humedecidos sus ángulos, vencían en belleza a los capullos de la flor de loto. Su rostro estaba rodeado de bucles oscuros de cabello.
Cuando pensó en su gran esposo, en su muy querido Kardama Muni, el mejor de los sabios, apareció instantáneamente donde él estaba, acompañada de todas las doncellas. Estaba asombrada, al encontrarse rodeada de mil sirvientes en presencia de su esposo y ser testigo de su poder yóguico.
El sabio pudo ver que Devahuti estaba muy limpia después de haberse bañado, y que brillaba, como si ya no fuese su antigua esposa. Había recuperado su propia belleza original de hija de un príncipe. Estaba vestida con
ropas excelentes, con sus atractivos senos debidamente ceñidos, y servida mil muchachas angelicales. Su cariño por ella creció, y la subió al palacio aéreo. Aunque aparentemente apegado a su querida consorte, a la cual servían las muchachas angelicales, el sabio no perdió su gloria, que consistía en el dominio del ser. En el
palacio aéreo, Kardama Muni brillaba con su consorte de un modo tan encantador como la Luna en medio de las estrellas del cielo, que por la noche hace que se vayan abriendo sucesivamente grupos de nenúfares en los estanques. En aquel palacio aéreo viajó a los valles de placer del monte Meru, cuya hermosura la realzaban la fragancia y el frescor de las apacibles brisas que estimulaban la pasión. Generalmente, en esos valles goza de los placeres Kuvera, el tesorero de los semidioses, rodeado de hermosas mujeres y alabado por seres perfectos.
También Kardama Muni, rodeado por su esposa y las hermosas doncellas, fue allí y disfrutó durante muchísimos años. Satisfecho por su esposa, disfrutó en aquel palacio aéreo no solamente en el monte Meru, sino también en los jardines Vaishrambhaka, Surasana, Nandana, Pushpabhadraka y Caitrarathya, en el lago Manasa-sarovara. Tal como el aire que pasa sin control en todas las direcciones, él viajó de esa manera por los diversos planetas.
Corriendo por el aire en aquel espléndido y enorme palacio aéreo, que podía volar según sus deseos, sobrepasó incluso a los semidioses. ¿Hay algo que les sea difícil de conseguir a los hombres resueltos que se
han refugiado en los pies de loto de la Suprema Personalidad de Dios?
Tras mostrar a su esposa el globo del universo y su estructura, con todas sus maravillas, el gran yogui Kardama Muni regresó a su propia ermita y, sólo para dar placer a Devahuti, la hija de Manu, que
estaba deseosa de vida sexual, se dividió en nueve personalidades. De este modo disfrutó con ella durante muchísimos años, que pasaron como si fuesen un momento.
En aquel palacio aéreo, en compañía de su hermoso esposo, Devahuti, en una cama excelente que aumentaba los deseos sexuales, no pudo comprender cuánto tiempo estaba pasando. Mientras la pareja, anhelando ansiosamente el placer sexual, disfrutaban de este modo en virtud de los poderes místicos, pasaron cien otoños como si fuesen un breve período de tiempo. El poderoso Kardama Muni conocía el corazón de todos, y podía conceder todo aquello que se deseara. Conocedor del alma espiritual, consideró que su esposa era la mitad de su cuerpo. Dividiéndose en nueve formas, impregnó a Devahuti con nueve descargas de
semen. Inmediatamente después, Devahuti dio a luz nueve hijas, de cuerpos
encantadores, y que tenían la fragancia de la flor de loto roja.
Cuando ella vio a su esposo a punto de abandonar el hogar, externamente sonrió, pero su corazón estaba agitado y afligido. Se levantó y, al tiempo que arañaba el suelo con el pie, que brillaba con el lustre de sus
uñas como joyas, habló con la cabeza gacha, con un tono pausado pero encantador, conteniendo las
lágrimas. Devahuti dijo:
“Mi señor, has cumplido todas las promesas que me hiciste; aun así, puesto que soy un alma entregada a ti, también debes liberarme del temor. En cuanto a tus hijas, encontrarán adecuados esposos para ellas y se irán a sus respectivos hogares. Pero a mí, ¿quién me dará consuelo después de tu partida al bosque como renunciante?
Hasta ahora tenemos estas hijas y hemos disfrutado de la vida material en un palacio aéreo, viajando por todo el universo. Esos bienes han venido por tu gracia, pero todos han sido para la complacencia de los sentidos. Ahora debe haber algo para mi avance espiritual. Sin apreciar tu avance espiritual, te he amado y tu me has dado el mejor disfrute material. A pesar de esto, que la afinidad que ahora siento hacia ti me libere de todo temor.
Yo me he unido a ti buscando solamente el placer material, pero como tú eres tan avanzado en elevación espiritual, estoy segura de que si me das tu bendición espiritual, me liberaré. Mi señor, sin duda la insuperable energía material de la Suprema Personalidad de Dios me ha engañado por completo, pues a pesar de haber obtenido tu compañía, que libera del cautiverio material, no he buscado esa liberación”.
Recordando las palabras del Señor Vishnu, el misericordioso sabio Kardama respondió de la siguiente manera a la encomiable hija del Manu, Devahuti, cuyas palabras estaban llenas de renunciación. El sabio dijo: “No
te sientas triste ni decepcionada de ti mismo, ¡oh, princesa! En verdad, eres digna de elogio. En breve, la infalible Suprema Personalidad de Dios entrará en tu seno como hijo tuyo. Tú has tomado votos sagrados. Dios te bendecirá. A partir de ahora debes adorar al Señor con gran fe, mediante el control de los sentidos, prácticas religiosas, austeridades y donaciones caritativas de tu dinero. La Personalidad de Dios, a quien tú adorarás, difundirá mi nombre y mi fama. Como hijo tuyo y enseñando conocimiento espiritual, Él romperá el nudo de tu corazón”.
Devahuti fue completamente fiel y respetuosa al mandato de su esposo, Kardama. De este modo, ella comenzó a adorar al amo del universo, la Suprema Personalidad de Dios, que está situado en el corazón de todos.
Después de muchísimos años, la Suprema Personalidad de Dios, entró en el semen de Kardama y Se manifestó en Devahuti tal como el fuego aparece en la madera en un sacrificio.
Kardama Muni dijo: “Mi querido Señor Vishnu, sin tener en cuenta las negligencias que cometemos en nuestras vidas familiares, advienes en nuestros hogares sólo para apoyarnos pues somos Tus devotos. Ahora
has descendido a mi hogar solamente para cumplir Tu palabra. Me entrego a Tus pies de loto. Tengo algo que pedirte: ya me has liberado de los deberes para con mi padre y todos mis deseos materiales están satisfecho. Por eso, deseo adoptar la orden de vida de mendigo itinerante. Renunciando a esta vida familiar, deseo vagar por el mundo, libre de lamentación, pensando siempre en Tí dentro de mi corazón”.
La Personalidad de Dios con el nombre de Kapila respondió: “Tienes mi aprobación. Ve según deseas, y ofréceme todas tus actividades. Venciendo a la muerte insuperable, adórame para obtener vida eterna. Yo iluminaré con conocimiento a Mi madre, para que ella pueda alcanzar también la perfección y la autorrealización. De este modo ella también se liberará de todos los temores materiales”. Liberado de todo deseo y aversión, viajando sin compañía por la superficie del globo, Kardama Muni, siendo igual para con todos debido a su servicio devocional libre de impureza, finalmente alcanzó el sendero de regreso a Dios.
Cuando Kardama partió hacia el bosque, el Señor Kapila Se quedó en la ribera del Bindu Sarovara para complacer a Su madre, Devahuti. Una vez, Kapila, que podía mostrar a Su madre la meta final de la Verdad
Absoluta, estaba plácidamente sentado ante ella, y Devahuti, recordando su vida, empezó a hacele preguntas:
“Mi Señor, estoy hastiada de que los sentidos materiales me agiten, pues por culpa de esa agitación de los sentidos, he caído en el abismo de la ignorancia. Tú eres mi único medio para escapara de la región más
oscura de la ignorancia, pues eres mi ojo trascendental que, únicamente por Tu misericordia, he obtenido después de muchos, muchos nacimientos. Tú eres la Suprema Personalidad de Dios, el origen y Señor Supremo de todas las entidades vivientes. Tú has aparecido para difundir los rayos del Sol, a fin de disipar la
oscuridad de la ignorancia del universo. Mi señor, ten ahora la bondad de disipar mi gran ilusión. A causa
de mi sentimiento de ego falso, Tu energía ilusoria Maya me ha ocupado en su servicio y me he
identificado con el cuerpo y con las consiguientes relaciones corporales. Yo me he refugiado en Tus pies de loto porque Tú eres la única persona en quién refugiarse. Tú eres el hacha que puede cortar el árbol de la existencia material. Por lo tanto, ofrezco mis reverencias ante Ti, el más grande de los trascendentalistas, y te pido que me expliques la relación entre hombre y mujer, y entre espíritu y materia”.
Después de que Su madre Le expresase su inmaculado deseo de iluminación trascendental, el Señor le agradeción internamente sus preguntas y, con el rostro sonriente, explicó el sendero de los
trascendentalistas, que se interesan en la autorrealización. La Personalidad de Dios respondió:
“El sistema más elevado de yoga es aquel que se refiere al Señor y al alma individual, que tiene como objetivo el beneficio supremo de la entidad viviente, y que produce desapego de toda felicidad y aflicción del mundo
material. Se llama vida condicionada al estado en que la conciencia de la entidad viviente se siente atraída por las tresmodalidades de la naturaleza material. Pero cuando esa misma conciencia está apegada a la Suprema Personalidad de Dios, nos encontramos en un estado de conciencia liberada. La mente se purifica cuando uno
se limpia por completo de las impurezas del deseo de disfrute y la codicia, que surgen de la identificación falsa del cuerpo con el “yo” y de las posesiones del cuerpo con “lo mío”. En ese estado puro, se trasciende el plano de las supuestas felicidad y aflicción materiales. En ese momento el alma puede ver que es trascendental a la existencia material y siempre refulgente, nunca fragmentada, aunque de tamaño muy diminuto. Desde esa
posición de autorrealización, la práctica del conocimiento y de la renunciación en el servicio devocional permite verlo todo en la perspectiva correcta; aquel que alcanza esa posición se vuelve indiferente a la existencia material, y la influencia de la materia actúa en él con menos fuerza. Ningún yogi puede obtener la perfección en la autorrealización a menos que se ocupe en el servicio devocional a la Suprema Personalidad de Dios, pues ése es el único sendero auspicioso”.
“Todo hombre erudito sabe muy bien que el apego por lo material es el enredo más grande para el alma espiritual. Pero ese mismo apego, cuando se dirige a devotos autorrealizados, abre las puertas de la liberación. Ese devoto es tolerante, misericordioso y amigable con todas las entidades vivientes. No tiene
enemigos, es pacífico, se guía por las Escrituras, y todas sus características son sublimes. Con determinación, el devoto se ocupa ininterrumpidamente en el servicio devocional del Señor. Por el Señor, el termina renunciando a todas las relaciones de este mundo, como la familia y las amistades. Cantando y escuchando constantemente acerca de Mí, la Suprema Personalidad de Dios, los devotos no sufren las miserias materiales, porque siempre están absortos meditando en Mis pasatiempos y actividades. ¡Oh, madre!, ¡oh, virtuosa
dama!, esas son las cualidades de los grandes devotos que están libres de todo apego”.
“Debes procurar apegarte a esos santos, pues con ello contarrestarás los efectos perniciosos del apego material. Las conversaciones acerca de los pasatiempos y actividades de la Suprema Personalidad de Dios en compañía de devotos puros son muy placenteras y satisfactorias para el oído y el corazón. Aquel que cultiva este conocimiento avanza gradualmente en el sendero de la liberación hasta que se libera y su atracción queda fija. Comienzan entonces la verdadera devoción y el verdadero servicio devocional”.
“Estando constantemente ocupado en el servicio devocional en compañía de devotos y pensando constantemente en las actividades del Señor, llega a sentir aversión por la complacencia de los sentidos, tanto en este mundo como en el siguiente. Este proceso de conciencia de Krishna es el proceso de poder místico más fácil; aquel que realmente se establece en el sendero del servicio devocional puede controlar la mente. Aquellos que no se ponen al servicio de las modalidades de la naturaleza material, sino que cultivan su conciencia de Krishna, es decir, conocimiento con renunciación, y que practican un tipo de yoga en el la cual la mente siempre está fija en el servicio devocional a la Suprema Personalidad de Dios, obtienen mi compañía en esta misma vida, pues Yo soy la Suprema Personalidad de Dios, la Verdad Absoluta”.
Kapila muni instruyó a Su madre largamente en el sendero espiritual, explicándole acerca de los elementos materiales, la mente y la conciencia; la creación del universo, el tiempo, la pureza, la inteligencia, el sistema de yoga místico, la reencarnación, la liberación, el control de la mente, las formas del Señor Supremo, Su hermosura y Sus atractivos pasatiempos y actividades, la adoración de Sus pies de loto cual rayos, Su sonrisa benévola, Su maza que aplasta a los demonios, el alma y el cuerpo, la devoción y sus diferentes tipos, el universo, el poder del factor tiempo, el disfrute infernal, los casados apegados que no se preparan para la
muerte, el modo patético de morir de los materialistas, los castigos infernales, el sufrimiento del niño en el vientre de la madre, los tormentos del nacimiento, las aflicciones de la infancia, los peligros de las relaciones indiscriminadas con mujeres, cómo no contemplar a la muerte con horror, cómo llegar a la Luna, la mentalidad de los hombres como cerdos, la mente equilibrada de un santo, la relación entre Dios y el universo, porque Dios es uno y siempre el mismo, Sus encarnaciones en toda época y lugar y, por último, el poder del canto de Sus santos nombres.
De esta manera Devahuti, la madre del Señor Kapila y esposa de Kardama Muni, se liberó por completo de la ignorancia con respecto al servicio devocional y al conocimiento trascendental. Ofreció sus reverencias y
oraciones al Señor, quien entonces le pidió permiso y abandonó Su hogar, pues había cumplido ya su misión. Siguiendo las enseñanzas de su hijo, Devahuti comenzó también a practicar servicio devocional, bhakti-yoga, en esa misma ermita, su ashram.
Practicó trance en la casa de Kardama Muni, que debido a los adornos de flores, aparecía tan hermosa que era considerada la corona de flores del río Sarasvati. Empezó a bañarse tres veces al día, y de este modo, su ondulado cabello negro se fue volviendo gris. Poco a poco, debido a la austeridad, su cuerpo adelgazó; se vestía con ropa vieja. El hogar y ajuar doméstico de Kardama mostraban tanto bienestar, gracias a sus poderes místicos, que a veces su opulencia era objeto de la envidia de los que viajan con aviones por el espacio exterior.
A continuación se describe la opulencia de la casa de Kardama Muni: los colchones y la ropa de cama eran tan blancos como la espuma de la leche, las sillas y los asientos eran de marfil y estaban cubiertos por telas con encajes y filigranas de oro, y los sofás eran de oro y tenían almohadones muy suaves. Las paredes
estaban hechas de mármol de la mejor calidad, decoradas con joyas valiosas. No se necesitaba iluminación, pues la casa se iluminaba con los rayos de esas joyas. Todas las mujeres de la casa iban profusamente adornadas con joyería. El complejo del edificio principal estaba rodeado de hermosos jardines, con flores dulces y fragantes y muchos árboles que producían fruta fresca y eran altos y bonitos. Los pájaros que cantaban en los árboles, cuyas voces cantarinas, unidas al sonido zumbador de las abejas, creaban una atmósfera lo más agradable posible, hacían muy atractivos los jardines. Cuando Devahuti entraba en aquel primoroso jardín para bañarse en el estanque lleno de flores de loto, los ángeles acompañantes de los habitantes del cielo, cantaban alabando la gloriosa vida familiar de Kardama. Su gran esposo, Kardama, la protegió por completo en toda ocasión. Aunque su posición era única desde todos los puntos de vista, la santa Devahuti, a pesar de todas sus posesiones, que eran la envidia incluso de las damas de los planetas celestiales, abandonó todas aquellas comodidades. La única pena que sentía era estar separada de su gran hijo. El esposo de Devahuti ya había abandonado el hogar y aceptado la orden de vida de renuncia, y ahora Kapila, su único hijo, partió del hogar.
Aunque ella conocía todas las verdades de la vida y la muerte, y aunque su corazón estaba limpio de toda suciedad, al perder a su hijo se sintió muy apenada, como una vaca que sufre con la muerte de su ternero. Meditando siempre en su hijo, la Suprema Personalidad de Dios, Kapila, muy pronto se desapegó de su hermoso hogar. A continuación, habiendo escuchado con un deseo intenso y con todo detalle la explicación de su hijo, Kapiladeva, la Personalidad de Dios de eterna sonrisa, Devahuti comenzó a meditar constantemente en la forma Vishnu del Señor Supremo. Así situada, ella olvidó su cuerpo material, tal como se olvidan los cuerpos que se tienen en sueños. Las doncellasspirituales creadas por su esposo, Kardama Muni, cuidaban de su cuerpo y como entonces ella no sufría de ansiedad, su cuerpo no adelgazó. Tenía el aspecto del fuego rodeado por el humo. Así alcanzó a la Suprema Personalidad de Dios.
El palacio en el que Devahuti logró la perfección se considera un lugar sumamente sagrado. Los elementos de su cuerpo se hicieron agua y ahora forman la corriente de un río, el más sagrado de todos los ríos. Cualquiera que se baña en él, obtiene también la perfección, y por esa causa, todas las personas que desean la perfección van allí a bañarse. Cualquiera que lea o escuche esta narración se vuelve devoto de la Suprema Personalidad de Dios y, a continuación, entra en la morada del Señor Supremo para ocuparse en el amoroso servicio
trascendental.